Criando ratas. Carlos Salado. Comentario








Ficha técnica, sinopsis, cartel, fotografías y trailer (Pinchad aquí).

Estreno: Lunes 28 de Noviembre a las 17: 30 en 'La Casa Encendida' de Madrid.


Comentario:


El proceso  de creación de 'Criando ratas' ha sido largo y ha consumido seis años, entre 2010 y 2016 ,una dilación impuesta por su carácter verdaderamente independiente, sin ánimo de lucro y con una finalidad artística  y social. En el prólogo del  film, de carácter documental, en el que apenas se diluyen las fronteras entre las tres partes del guión clásico, constituido por un planteamiento, un nudo y un desenlace, el espíritu animalista que anima a su realizador le impone introducir un matiz que explica alguna imagen, breve pero intensa, en la que un par de perros sufren un aparente maltrato: que ningún animal padeció daños durante el rodaje de esta película. El propósito de reinserción y de terapia de grupos sociales sin expectativas convierte el proyecto en una rara avis que habita un mundo cínico y nihilista. El autor pone un broche de oro, inestimable, un emotivo agradecimiento de Carlos Salado a su familia por haberle permitido elegir su camino y creer que era capaz de alcanzar lo imposible, tras el último fotograma que proyecta una imagen de gran oscuridad que hace alusión al propio título de la cinta.

Los materiales del equipo de producción nos recuerdan que "Criando Ratas" es un proyecto que renueva el género quinqui que refleja la realidad social actual y hereda la obra de directores como Eloy de la Iglesia, José Antonio de la Loma, Carlos Saura o Paco Lara, que en los primeros años de la transición crearon un cine de culto que narraba una realidad social de forma sórdida y violenta, y cuyos protagonistas formaban muchas veces parte de esa realidad en su vida cotidiana." Y ese es precisamente el aroma que nos llega, adobado con especias de la modernidad minimalista y hopperiana, que combina, por una parte, la racionalidad geométrica de los grandes bloques de viviendas, que evocan tiempos ya superados en los países del primer mundo, en los que la tragedia que invadía el ambiente de las zonas deprimidas, como en la dura 'Mamma Roma' de Pier Paolo Pasolini (1962), se intensificó con la aparición de las lacras de la sociedad moderna, la droga y la violencia que la acompaña, que recogen en su cine Nicolas Winding Refn o Joe Cornish en Attack the Block, (2011); éste último tuvo la capacidad de prever una rebelión en el mismo suburbio marginal británico unos meses antes de que se produjera en la vida real, y, por otro, un gramática audiovisual centrada en el cuerpo (según denominación de Israel Paredes Badía), contemplado y enfatizado desde muy distintas perspectivas y miradas que no solo muestran la corporeidad de una manera más abrupta y carnal, sino que apuesta por transgredir sus límites representacionales y lo convierte en un elemento, o bien narrativo o bien discursivo, "algo presente desde tiempo atrás en el cine pero posiblemente sin la conciencia de estar haciéndolo de manera explícita." (El poder del cuerpo, Dirigido por...,  marzo de 2014).

Las sensaciones que produce el binomio formado por las líneas horizontales y verticales, los picados y contrapicados que dirigen la mirada del espectador hacia las moles de cemento y le impiden abstraerse del contexto en el que se mueven los protagonistas, y la morbidez de los grupos humanos, constituidos por adolescentes que inician su carrera delictiva, jóvenes inmersos en ella, adultos que los explotan y matronas desempoderadas, nos conducen por la vía de los sensaciones al sentimiento de orfandad de unos seres humanos abandonados a su suerte en medio de la droga, los graffitis, las chabolas apiladas en fincas de varios pisos que exhiben la ropa tendida en sus balcones y calles sin asfaltar, por las que los chicos exhiben sus torsos desnudos llenos de tatuajes, decorados con todo tipo de piercings que los pijos emulan para simular una falsa apariencia de dureza. Mientras, las mujeres, desde edad muy temprana, se prostituyen en las calles de estas zonas deprimidas, en las que el 'progreso' ha generado una suerte de mestizaje cultural multirracial mercerd a las  mafias rusas y búlgaras que las han inundado de mujeres que han llegado al país en busca de una prosperidad y han acabado comerciando con su cuerpo. Alguno de estos mafiosos exhibe un tatuaje de un escorpión , el mismo que lleva Ryan Gosling en Driver (2011)  bordado en la espalda de su cazadora, metáfora de su condición de héroe trágico para algunos críticos, como Eulalia Iglesias, una estética de la violencia para Eduardo Guillot, y, en definitiva un estilo que define a una sociedad para la que los  juegos dialécticos, como el que realiza Paul Lafargue, el célebre izquierdista, yerno de Paul Lafargue,  que defiende 'el derecho a la pereza' no significa nada. Los jóvenes que focaliza Carlos Salado rellenan su ocio con actividades que exigen dinero como las drogas y la prostitutción, y lo obtienen robando y , como uno de ellos confiesa, si es preciso, matando.

Así pues, los impulsos y los sentimientos nacidos de necesidades muy extremas se combinan de tal forma que producen un cóctel explosivo, en el que se mezclan el orgullo, la agresividad, la ignorancia, el desprecio del riesgo y un cultivo del cuerpo y del ego que imitan ciertos grupos burgueses buscando la provocación y la confrontación con los más conservadores de los suyos y que se materializa en todo tipo de realizaciones, ya sean musicales o cinematográficas, que carecen de la honestidad de 'Criando ratas', una película culta, directa y sincera. Más, como denuncia Köves Gyuri, el protagonista de 'Sin destino', un film de Lajos Koltai (2005), interpretado por Marcell Nagy, un superviviente de un campo de concentración nazi, los infelices también tienen sus momentos de felicidad en el corazón del infierno, pequeños hitos de fraternidad que les proporcionan los compañeros del grupo, inconscientes de lo que el destino les depara, tal como advierte la letra de las canciones de la única música de la película, de carácter diegético, que actúa como un auténtico narrador de la historia. Cuando los tres adolescentes a los que espera un futuro dispar, comienzan a tomar conciencia del mundo en el que viven y a desarrollar un incipiente deseo de libertad, un avión atraviesa la pantalla y se convierte en la mejor metáfora de su ansia de libertad.

Carlos Salado ha realizado un film que no va a ser proyectado en salas comerciales, un hecho discriminatorio que no permite que el cine español, como los niños de la película, levante el vuelo. Una película que emula formalmente la de ciertos directores jóvenes de otros países, como el danés Nicolas Wending Refn, o el neozelandés Andrew Dominic (2012), autores de un cine duro y violento que Salado practica atendiendo a la realidad de las zonas deprimidas de nuestro país, apoyándose en actores no profesionales que realizan un trabajo destacable; entre ellos el protagonista Ramón Guerrero. 

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