Alice en las ciudades. Wim Wenders.



TENGO MIEDO DEL MIEDO A ESTAR SOLO


Ficha técnica:


Título original: Alice in den Städten.
País: Alemania del Oeste (RFA)
Año: 1974.
Duración: 110 minutos.

Dirección: Win Wenders.
Guión: Win Wenders, Veit von Furstenberg.
Dirección de Fotografía. Robby Müller. Blanco y negro.
Música: CAN.
Edición: Peter Przygodda, Barbara V. Weitershausen.
Dirección artística:
Decoracion del set:
Sonido original: Martin Müller.

Diseño de Vestuario:

Productores: Joachim V. Mengershausen.
Director de producción: Peter Genée, Veith v. Fürstenberg.
Compañías: Filmverlag de Autores/ WDR


Intérpretes:


Rudger Vogler: Philip Winter,
Yella Rottander: Alice,
Lisa Kreuzer: Madre,
Edda Köchl
Ernest Boehm
Sam Presti
Lois Moran
Didi Petrikat


Sinopsis:


El periodista alemán Philip Winter recorre Estados Unidos disparando polaroids y buscando temas para un libro. Al no lograr la inspiración, su editor 'cancela' el compromiso y Philip decide volver a Alemania. En el aeropuerto conoce a una mujer y como no hay vuelos hasta el día siguiente, pasa la noche con ella. La mujer desaparece y le deja el encargo de que vuelva con su hija Alice, de nueve años, a Amsterdam, donde ella se reunirá con los dos.  Hay huelga en el aeropuerto y la única forma de regresar a Europa es a través de Holanda, y ambos han comprado billetes con este destino, que se supone que es el país de la madre y la hija. Llegados al lugar convenido, la madre no aparece, y el escritor emprende un viaje con Alice con el objetivo de localizar la casa de su abuela, que los lleva hasta Munich. El desagrado inicial se va trasformando, poco a poco, en cariño.


Crítica:



'Alice en las ciudades' es la cuarta película de Wim Wenders, tres veces nominado al Oscar ('Paris Texas'), aunque él mismo se refiere a esta película como su opera prima por diversas razones: fue su primera road movie, su primer trabajo en Estados Unidos, y el primer film protagonizado por su alter ego, Philip Winter. Se ha comparado en reiteradas ocasiones con 'El Chico' de Charles Chaplin, una confrontación muy dudosa, a no ser por el tema que presenta a un hombre soltero como padre elegido por mujeres con problemas.







'Alicia en las ciudades' tuvo dos semillas distintas, según el propio Wim Wenders,  que, juntas, formaron una idea muy sencilla basada en una canción de Chuck Berry, Memphis Tennessee: un tema de un padre que echaba de menos a su hija; una canción de amor a una niña. La otra tomó como referente una película del propio autor, 'La letra escarlata', una decepción para el cineasta y uno de sus mayores fracasos, en cuyo rodaje, que duró seis semanas, solo disfrutó media hora, en una escena que no estaba en el guión, en la que aparecía un marinero en un pequeño papel: Rüdiger Vogler y la pequeña Yella, que hacía de Pearl, la hija del príncipe, que se convirtieron en el germen de una futura película: 'Alicia en las ciudades', una road movie entrañable, que se hizo con un presupuesto de 250.000 marcos.





En el background el film es una metaficción sobre la dificultad de construir una historia para el cine o para dar forma a un libro, cuando no siempre se tiene en las manos algo y lo poco de que dispones se desintegra, se deshace en ellas.Vivir el momento, el presente se convierte en el leitmotiv de esta película que gira en torno a una protagonista de la que sólo se sabe que tiene una madre y una abuela, pero poco a poco esta información se diluye y se duda de todo, incluso el motivo por el que Philip ha sido elegido como padre contra su voluntad. El protagonista buscará tener constancia de su propia existencia a través de las fotografías que obtiene con su máquina polaroid o junto a Alicia en el Photomaton. Este detalle no carece de interés por su valor cinematográfico, que puso de manifiesto Michelangelo Antonioni en Blow-Up (1966), una película en la que un joven fotógrafo que vio parte de un asesinato y fotografió a la victima, perdido el muerto, la cámara, los negativos, y todo las pruebas gráficas de un asesinato, ya ni él mismo sabe sabe si ha visto algo o lo ha soñado.




La opción del género de viajes, el llamado road movie en Estados Unidos, porque se realiza en un coche y no a pie o a caballo (Wim Wender siente nostalgia del tiempo en que podía recorrer el Monumental Valley con el coche particular y no a través de un parque de atracciones lleno de publicidad de Malboro), permite parar en los quioscos de carretera, las gasolineras y los moteles que salpican el camino, que marcan una diferencia sustancial entre el paisaje americano, muy atractivo para los cineastas, que siempre tienen algún referente en el horizonte para convertirlo en un punto de fuga del encuadre, y las ciudades europeas, más viejas, con menos grafismo y a veces, como ocurre con las poblaciones alemanas que recorren Philip y Alice, muy deprimentes, a pesar de estar constituidas por casas exentas rodeadas de árboles. Pero, frente a estos valores se siente el desencanto por el sistema económico americano, del que se convierte en símbolo el televisor, que sufre las furias del guionista/director y el actor/protagonista. La causa es que películas y otras realizaciones audiovisuales eran, por aquellos tiempos, interrumpidas con demasiada frecuencia, desacralizando el discurso y desnaturalizándolo.




La escasez de recursos no solo no da para un score musical digno, sino que obligó a Wenders a utilizar música diegética, la que emitían las radios, los televisores y las máquinas tragaperras. No obstante consiguió que un grupo de rock. CAN, un referente de los músicos alemanes, con un teclado y una guitarra construyeron cuatro notas musicales que se repiten cuatro o cinco veces, discretamente, en el film. Tampoco permitió a Wenders realizar su película en 35 mm., teniendo que conformarse con hacerla en 16 mm., aunque se negó a utilizar procedimientos propios de la Nouvelle Vague francesa como la cámara al hombre, pero tampoco el trípode. La remasterización reciente ha cambiado alguno de estos aspectos.





Wim Wenders nos ha legado un film entrañable sobre un amor fraternal impostado, que recorre, primero la ciudad de New York, y nos muestra los edificios más emblemáticos de Manhattan desde una perfecta atalaya: la terraza del emblemático Empire State Building, que dispone de esos prismáticos tan característicos que aparecen en Oblivion (Joseph Kosinski, 2013)  a ras de suelo, en un periodo post-apocalíptico (De hecho ya faltan en su skyline las llamadas popularmente 'Torres Gemelas', derribadas el 11 de Septiembre de 2001, un acontecimiento histórico de gran influencia en las libertades del hombre a escala mundial. De ahí saltan a Amsterdam, la Cuenca del Ruhr, recorriendo sus ciudades más importantes y finalmente la del Rhin, a donde el escritor acude sin un marco en el bolsillo, a casa de sus padres, con su novela ya hilvanada. Un film muy alemán y muy universal a un tiempo, que termina con un homenaje al gran John Ford que murió ese mismo año.


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