Isla de perros. Wes Anderson. Crítica.




PELÍCULA DE INTENSO Y EMOCIONANTE LENGUAJE CINEMATOGRÁFICO


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La revista Dirigido por... dedica un amplio dossier al último trabajo de Wes Anderson, a cargo de Óscar Brox (El cine como alegato frente a la normalidad, págs 32 a 42), en el que realiza un estudio del autor, con el que se puede estar más o menos de acuerdo, de Ángel Sala (Mi vida como un perro, págs. 26 y 27) y Gabriel Lerman (entrevista, págs.28-32). Sala  dice en la entradilla  de su artículo que 'Isla de perros' es la película más ambiciosa en clave de autoría de Wes Anderson, creador que sabe navegar como nadie entre los universos cada vez más  extremos de la vocación meramente artística y la colaboración con el Hollywood de los estudios",al tiempo que " retoma el universo de la animación "stop motion" con resultados extraordinarios." Ya en el cuerpo de su artículo afirma que Anderson ha conseguido patentar la marca de autor extravagante y de obligado consumo para cinéfilos de pro, un público moderadamente minoritario que promocionan los grandes estudios de manera global. Y es aquí donde surge el conflicto, cuando un título de estas características se incluye en las cartelera de los cines de los centros de las ciudades, a los que acude un burguesía alienada y poco ilustrada que es víctima de diferentes equívocos: o van con niños a ver una película de animación para adultos que desorienta a los padres y no gusta a los pequeños, porque no lo entienden (hay alguno que sí, lo confirmo), o desanima, por la misma razón, al adulto que se niega a ver un film que considera para jóvenes poco maduros. O conoces a Anderson o te equivocas; su cine no es un cine fácil ni para todos los públicos, sino, como afirma Salas, radical que se engloba en una supuesta política de autores progresivamente autista, aunque el crítico sostiene algo que no comparto: su cine  es, a pesar de todo, comercial. Es más, 'Isla de perros' es una obra de madurez poco empática para el espectador común con el que rompe los lazos que si tenían sus películas anteriores; es quizás la más pura, sin buscar puentes de diálogo con los espectadores, una especie de manifiesto artístico, implícito en toda su obra, la aportación de una rara avis al universo cinematográfico en su diferentes dimensiones: "visión de un autor, película de estudio y producto atípico."




En la entrevista que realiza Gabriel Lerman al cineasta más 'rarito' del momento éste no tiene problemas en reconocer que estaba muy   seguro de qué era lo que quería contar cuando concibió su segundo film en animación "stop motion", Isla de perros...: hacer un film en Japón con Roman Coppola y Jason Schwartzmann, en el que el perro fuera el símbolo de una persona, una cualidad que adquiere en cuanto toma el habla. Para llevar a cabo su proyecto confió en un director de fotografía, Tristan Oliver, que venía de Aardam, y trabajó en esta empresa desde que se hicieron allí los primeros cortos; ahora apenas se sabe hacer este trabajo. Se interesa sobre todo por el cine japones, dejándose arrastrar por Kurosawa, y especialmente por una película que influyó en todos los cineastas contemporáneos e  impactó a  Lucas, Rashomon, en la que se dan varias versiones de un mismo hecho





Óscar Brox hace un recorrido por el cine de Anderson, comenzando por sus referentes, la generación de cineastas entre los que se le integra (aunque curiosamente no aparecía en la lista que Vincent Malausa publicó en Cahiers du Cinnèma, febrero de 2011), surgida durante los 90, -Aronofsky, Fincher, Nolan, Paul Thomas Anderson o David O.Russell, que habían tenido la habilidad de infiltrarse en el mainstream, que no arrastraban el lastre de tener que ustituir a una poderosa generación, en la que figuraban los De Palma, Coppola, Spielberg, Lucas o Scorsese, todavía apreciados por la industria del cine -; cierra su artículo haciendo un recorrido por sus películas. Es mucho lo que se puede hablar del director de Life Aquatic o 'El gran Hotel Budapest', pero habrá que dejarlo para otra ocasión. Brox escribe un artículo exhaustivo del creador de los Tenenbaum, su viaje a Dajerling o el zorro que quiso ascender de categoría. económica y social.








En 'Isla  de perros' se sirve del uso desplazado del lenguaje y de técnicas de extrañamiento que nos introducen de hoz y coz en un mundo extraño, raro para los occidentales, aunque reconocible gracias a la educación visual que se deriva del modo de representación en que se expresa. Estira y extrema  los recursos y las exigencias de participación del espectador al usar la lengua japonesa, cuando habla Atari, e intérpretes interpuesto, u otros personajes humanos. Los perros hablan generalmente en inglés o en cualquier otra lengua doblada. Comienza con la enunciación del objeto del relato: narrar las condiciones de vida de la era de la 'sumisión', la caída en este estado de los canes, y la liberación definitiva, un recorrido  vital que es usual, como recordó muy recientemente Juan Antonio Bayona, en los últimos tiempos. De acuerdo, más o menos, con la morfología del cuento, una injusticia, generalmente de carácter político o económico y social, rompe  el equilibrio de la colectividad; interviene el héroe  individual o el grupo revolucionario y se restablecer el status quo anterior, una tarea que es cosa de todos, empleando la fuerza que proporciona el número y la razón.





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