Farenheit 9/11. Michael Moore. Crítica




UNA NUEVA EXPRESIÓN DE LA TRANSVERSALIDAD QUE NOS DOMINA


Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice (Pinchad aquí)



La mayor dificultad que encontramos al enfrentarnos al último documental de Michael Moore es el desconocimiento de la situación que impera en Estados Unidos, para ubicar bien el discurso del cineasta-activista que triunfa cuando pone su cámara ante un problema concreto y no se lanza a realizar valoraciones globales desde una perspectiva partidista, aunque haya críticos que lo nieguen, entre ellos Carlos Marañón de Cinemanía o Brian Tallerico de rogerebert.com, e incluso lleguen a afirmar que se trata de una potente advertencia contra el fascismo, (Owen Gleiberman, Variety) y una llamada a la esperanza de una juventud sedienta de cambios  (Manu Yáñez, Fotogramas). En un debate  en el seno de uno de los cine-forum que pululan cuando el cine decae, se valoró la abundancia de datos que aportaba Moore, pero nadie se atrevió a destacar la coherencia del discurso. El moderador, -más bien director de la concurrencia -, fue incapaz de hilar, por su parte el discurso pretendidamente izquierdista del relato, que  hacía patinar a quien hablaba de un torpedo contra el gobierno de Trump, cuando la munición pesada iba dirigida al ex-presidente Barak Obama, al que se presenta como  un gran inversor de Goldam Sachs y encubridor de prácticas  contaminantes criminales de las grandes empresas que habían deteriorado la salud de la población. Las críticas a Trump son practicamente anecdóticas y formuladas de tal manera que cuesta recordarlas.

El mismo moderador citó los importantes documentales del realizador, -Bowling for Colombine, 2002; Farenheit 9/11Sicko, 2009...-,y se permitió despreciar Sicko, con el argumento de que era menos importante que los anteriores. En este título. Moore denunciaba la precariedad en que se encontraban los americanos frente a la enfermedad, que les obligaba a invertir el excedente de toda su vida laboral cuando se presentaba la enfermedad, especialmente si exigía la hospitalización. Las heridas, -que no deben seguramente preocuparnos -, se las curaban en casa; como medida de protesta, el director y su equipo se situaban ante Guantánamo para acusar a los carceleros de cuidar su prestigio exterior que se traducía en un cuidado esmerado de los presos que custodiaban, lo que no quiere decir que Moore estuviera de acuerdo con la pervivencia de este presidio, sino todo lo contrario, aunque la forma de expresarlo sea muy retorcida. Barak Obama se enfrentó al problema y aprobó precariamente el Obamacare, en el que se llegaba al límite que los electores permitían y que quienes están informados saben que ha sido una juez la que ha acabado sentenciando el día 15 de este mismo mes de diciembre, a instancias de los republicanos, que el Obamacer es inconstitucional, dejando sin cobertura hasta quien sabe cuándo a más de 32 millones de ciudadanos, una decisión que rompe el principio de universalidad de la sanidad, un tema que no parece merecer ni un minuto de reflexión en este documental. Ahora, los activistas norteamericanos lucen escayolas en diversas partes del cuerpo con el lema 'I love Obamacare'. Ni los periódicos más conservadores pueden evitar lanzar un mensaje que Moore no estima importante.

¿Qué pasa en Estados Unidos? Lo mismo que en todas partes. La inconmensurable fortaleza de quienes controlan el 90% de las riquezas, cuando apenas suponen el 1% de la población (Un reportero en la Montaña Mágica, Andy Robinson), ha dividido las fuerzas de las clases más desfavorecidas, que muchos confunden con la izquierda, y que, ante la imposibilidad de obtener los resultados que esperan, dividen su voto entre las tradicionales ofertas de izquierda y derecha por un lado, y el anarquismo transversal por otro, una ideología que llaman ahora populismo, que rechaza cualquier forma de poder, que se sitúa frente a los políticos, y  que se caracteriza por la defensa de lo transversal, que está impregnando todos los movimientos sociales. Cada día vemos como en las opciones tradicionales, que constituían un sistema bipartidista se producen diferencias que llevan a enfrentamientos muy duros que amenazan con liquidarlos. Los viejos y los nuevos partidos se enfrentan entre sí por conseguir el mayor número de votos y  alcanzar el poder, incluidos los que se sitúan en los extremos Esta división se produjo en el partido demócrata norteamericano entre Hilary Clinton y Benny Sanders, hoy enemigos acérrimos, haciendo célebre la expresión de Susan Sarandon, con la que respondía a quien le recordaba que Clinton podía ser la primera mujer que gobernara Estados Unidos: "Yo no voto con la vagina", al tiempo que advertía de que el feminismo actual está pervertido. 

Michael Moore llega a hablar de la posibilidad de la primera guerra civil en Estados Unidos, cuando se oyen ya los tambores en la vieja Europa, dejando el liderazgo en manos de Rusia y Estados Unidos. ¿Será Benny Sanders el líder que reconduzca la situación? Quien aparece en el film como la opción que defiende el cineasta, no parece ofrecer soluciones diferentes a las de la socialdemocracia, una realidad que empujó al director, que en 2008 no las tenía todas consigo, a financiar su propia película, Slacker Uprising (El levantamiento de los perezosos ), un breve documental , protagonizado por el propio Michael Moore, que realiza una gira por las Universidades animando a los alumnos a votar; una gran superproducción proyectada para que se estrenara en Internet y que se puede ver en descargas gratuitas en Estados Unidos y Canadá, aunque también se distribuyó en DVD en el sitio web de la película. No tuvo tiempo, por lo que se ve, antes de realizar este título, de ver a los niños, separados de sus padres,  y metidos en jaulas, una imagen brutal  que no había tenido la oportunidad de contemplar desde que Ettore Escola hizo Brutos, feos y malos en 1976, un relato en el que familias depauperadas dejaban a sus hijos en un recinto vallado, como los que ha construido Trump, con muy poco niños que todavía podían corretear por él porque gozaban de espacio, y que no morían de infarto a los 8 años. Aquellos tiempos ya pasaron, y el hombre no ha aprendido la lección; es posible que Rousseau se equivocara cuando formuló su doctrina del 'buen salvaje', aunque es cierto  que todavía quedan algunos que siguen buscando su ruina por ayudar a los demás. La mayoría culta, paradójicamente,milita ya en movimientos contraculturales. un fenómeno que no es nuevo en la Historia.

La ciencia-ficción y el terror son el refugio de aquellos que quieren gozar de libertad de expresión con cuyo objetivo  construyen metáforas muy cuidadas, que no vaticinan nada bueno. Parece que hoy nadie es capaz de concebir planes de exterminio de la población, aunque los Hermanos Anthony  y Joe Russo lanzan una seria advertencia acerca de la posibilidad de que surja un villano como Hitler, al que llaman Thanos, interpretado por Josh Broslin que cree que la única medida para salir de la crisis es matar a la mitad de la población mundial, aleatoriamente, transversalmente, incluidos los indestructibles superhéroes. Alguien me dijo que ya se le había pasado la edad de ver películas de ciencia-ficción y de terror, dos géneros en los que se están refugiando las nuevas generaciones formadas en el control de la producción de imágenes y sonido por ordenador y los músicos encargados de crear un score que se convierta en un personaje más y vaya marcando el ritmo en el que se alternan los sustos con el relax, estados de ánimo al que contribuye la banda sonora de la película. Un cine que abre nuevas ventanas al mundo y que en las adaptaciones de Marvel y DC Cómics se cuestiona la legalidad de unos héroes tradicionales, dotados de poderes, que imponen su criterio; el terror nos advierte de los desastres del pasado, cuyos protagonistas también residen en los tiempos modernos.

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