La mujer de la montaña. Benedikt Erlingsson. Crítica



LA MUJER CIBORG QUE VIENE DEL FRÍO


Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice (Pinchad aquí)


Crítica:

Benedikt Erlingsson, que trabajó como actor con Lars Von Trier, muestra en su segunda película,  como lo hace en su opera prima, 'De caballos y hombres' , (2013), hasta qué punto es capaz de captar la pasión telúrica del hombre que vive aislado en un país que mide 103.000  km² y está habitado por 350.000 hombres y mujeres, lo que da una densidad de población muy baja: 3,39 habitantes por  km² , que contrasta con las concentraciones urbanas que se dan en zona como la de los Países Bajos que llegan a 488 habitantes por km², cifras muy significativas que, necesariamente, influyen en la idiosincrasia de un país que en 2009 estaba considerado el más desarrollado del mundo, un puesto que en la actualidad ha descendido al sexto lugar. Esta realidad tiene fuerte presencia en el film, tanto en los modernos instrumentos que Halla utiliza en sus sabotajes a las industrias locales del aluminio, como en los elementos de represión de sus acciones de que disponen las modernas y equipadas fuerzas del orden en la represión de sus atentados. El director no se olvida de señalar el grado de concienciación de esta población dispersa sobre los movimientos transversales que han sustituido la polarización entre izquierdas y derechas tras la caída del muro de Berlín que hizo exclamar a Fukuyama que estábamos ante el fin de la historia y que canalizan el malestar de las poblaciones en acciones transversales en defensa del medio ambiente, la paz mundial, el feminismo, la paz global (una reivindicación en la que los islandeses son pioneros), o la mundializacion y la gobalización de la economía, términos no exactamente equivalentes.

La estrecha unión de estos hombres y mujeres con la tierra en la que viven, en la que pastan sus ganados, y les proporciona paz y tranquilidad, fortalecida por un estado, una república parlamentaria que garantiza su supervivencia, forma parte de la forma de ser de Halla, interpretada por Halldora Geiharösdóttir, a la que vemos con frecuencia tirarse al suelo y abrazar la tierra que necesita para su supervivencia como cualquier otro ser vivo que forma parte del ecosistema, y siente su deterioro que despierta en ella el espíritu rebelde y luchador de aquellos que la precedieron en el tiempo y de los que el propio presidente del país se considera heredero, guardián del anillo de Tolkien, -vikingos escandinavos, celtas, y otros pueblos errantes que se desplazaban en hordas por Europa-, un mandatario que habita una pequeña ciudad, la capital del país, Reikiavik, que apenas sobrepasa los 100.000 habitantes. Halla es una mujer andrógina, una réplica de la ciborg  orgánica de Donna Haraway, asexuada, cuya relación con cualquier individuo del sexo opuesto se reduce a su actividad política. Una fémina que decide tener una hija sin intervención de 'varón' (término que no tiene equivalencia entre las mujeres), y educarla en una familia  voluntariamente elegida como monoparental.

Si el retrato de esta sociedad rara para los habitantes del hemisferio sur no fuera suficiente,  Benedikt Erlingsson, introduce constantemente elementos de alienación, influenciado por la literatura de países también fríos, como la ostranenie rusa, o los efectos de extrañamiento de Bertold Brecht, Verfremdungseffekt, un distanciamiento emocional, para evitar que el público se identifique con los personajes. En la construcción de la atmósfera que domina el relato evoca las películas de Emir Kusturica y sus peculiares bandas de gitanos, aunque en el proceso de creación de un estilo propio es mucho más radical al atravesar el film con un recurso que Iñarritu utiliza puntualmente en Birdman, sirviéndose del baterista mejicano Antonio Sánchez, que trabajó en colaboración con los editores  Mirrione y Crise y el diseñador de sonido Martín Hernández, que elaboraron un persistente estribillo de percusión, obteniendo un sonido extraño al oído. Erlingsson extrema este efecto y transforma la música en diegética, con los tres miembros de una pequeña banda, compuesta por una caja, una tuba y un acordeón, siempre presentes,sustituidos en ocasiones, cuando el relato lo exige, por un solo pianista, y otras por un coro de tres chicas ucranianas, que en ocasiones los acompañan, en las que algunos quieren ver los coros de las tragedias griegas.

A este recurso tan impactante que da un sesgo muy personal a la historia de una mujer activista en una sociedad avanzada en la que comienza a tener fuerza la presencia de intereses de países muy desarrollados de cualquier latitud a escala global, y en cuya defensa intervendrá en su búsqueda la potente CIA, une otros que forman parte de su corta filmografía, como una pequeña micronarración que funciona como elemento unificador de las partes del relato, una especie de conector de la sintaxis cinematográfica que recorre la diégesis de principio a fin y que toma la forma de un personaje pintoresco, un joven latino, con una camiseta en la que lleva impresa la imagen del Che Guevara, que ya está integrada en el imaginario colectivo; un chico que siempre está en el momento y el lugar equivocado, es detenido varias veces por  esta extraña coincidencia y se marcha del país convencido de que ha sido arrestado a causa de la xenofobia de los islandeses; no siempre las cosas son como parecen. También entra en juego la construcción de un personaje, la hermana gemela de Halla, Asa, interpretadas ambas por Halldora Geiharösdóttir, un artificio que facilita un giro final nada habitual en películas de esta temática, en el que conjuga la espiritualidad de una mujer y su inserción en las políticas transversales que imperan en un mundo en el que la división convencional de la ideología en dos  bandos enfrentados, en la que subyace la diferencia entre ser propietario de los medios de producción (cada vez hay menos en la nueva era tecnológica y cada vez son más poderosos) y los que sólo poseen sus manos y su talento para sobrevivir, realizando actividades relacionadas con el ocio (la pereza que elogiaba Paul Lafargue), -una hermana se dedica a dirigir coros y la otra a la meditación trascendental -, pero que, al menos en Islandia, poseen los suficientes conocimientos y medios para molestar a ese 1% de que hablaba Andy Robinson en 'Un reportero en la Montaña Mágica', la de el Davos de otros tiempos, una convención a la que ya ni siquiera van los grandes líderes políticos mundiales. Halla practica el lema medioambiental que aconseja 'conocer globalmente y actuar localmente'.

Un film que nos acerca a otras latitudes en las que el frío que impone su situación geográfica se extiende a las rocas, las plantas, los rebaños y los hombres, que planifican sus acciones,que corresponden, curiosamente en zonas casi despobladas, a la vanguardia de la sociedad, y que imponen una nueva forma de hacer propia de las vanguardias del siglo XX, un prototipo de hombre y mujer menos sexista; robustos ellos, andróginas ellas, muy interesante para quienes estamos 'más cerca del sol' en ambos hemisferios, lugares en los que se concentra la mayor parte de la población, y en los que, a pesar de su riqueza, se abre una brecha cada vez más profunda entre ricos y pobres. Y por encima de todo, una nueva forma de ver a la mujer, que no se preocupa de los hombres, no habla de ellos ni forman parte de sus planes y los ve como simples colegas. Muy interesante.

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