Mortal Engines. Christian Rivers. Blu-ray




UN CUENTO POST APOCALÍPTICO FRECUENTADO POR HÉROES, VILLANOS, CIUDADES MÓVILES Y FLOTANTES, CON UN SUBTEXTO ATRACTIVO: LOS JINETES DEL APOCALIPSIS CABALGAN DE NUEVO.



Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice (Pinchad aquí)


Crítica:


Si bien el realizador neozelandés Christian Rivers, artista de guiones gráficos, aunque también supervisor de efectos visuales, está tutelado por Peter Jackson en su opera prima, tanto en la redacción del guión, como en la producción ejecutiva, un cineasta al que conoció siendo adolescente y cuya obra entera trasladó a un guión gráfico, su debut en 'Mortal Engines' está plagado de referencias de diferentes autores, a los que rinde homenajes muy explícitos, que actúan como referentes de sus propias imágenes inspiradas en Terry Gilliam, Hayao Miyasazky (El castillo ambulante, 2004), Steven Spielberg o el propio George Lucas; Tom Nathsworthy, el protagonistas interpretado por Robert Sheenan, se queda fascinado ante unas chaquetas de cuero que aparecen colgadas en una percha, elige una réplica de la que lleva Indiana Jones, se la pone y se dispone a pilotar la peculiar avioneta de Anna Fang (Jihae Kim), líder de la Liga Antitraccionista. 

Pero, a pesar de colaboraciones tan apreciadas como la de Jackson y Fran Walsh, la pareja que gestó 'El señor de los anillos' y 'El Hobbit', y de un texto pretencioso que bebe del imaginario surrealista de Magritte, que ha sido llevado con anterioridad al cine por Miyazaki o Cameron, la réplica del abigarrado y surrealista universo del británico Terry Gilliam, ex-Monty Python, el film es  un fiasco, que aunque tiene una duración que hoy se puede afirmar con rotundidad que es la standard (128 minutos) se hace difícil de soportar. Los intentos de involucrar al espectador en cuestiones como la destrucción del planeta y  el freno a su desarrollo, a causa de la avaricia de unos pocos, emblematizados bajo la apariencia de ciudades tracción que viven del asalto a modestos asentamientos estáticos, la existencia de activistas antitraccionistas, la crítica del darwinismo municipal, la amenaza de los cazarrecompensas, los satalkers, e incluso un muerto viviente, un antiguo integrante de la 'Brigada Lázaro, resucitado del mundo de los muertos, fracasan rotundamente. El planteamiento es tan inverosímil que no consigue despertar la necesaria empatía emocional en el espectador para que se implique, ni siquiera en  las secuencias en las que la acción se desborda y se encamina hacia la resolución del conflicto.

Es imposible deducir si tras el fracaso de la primera entrega se arriesgarán productores y equipo técnico en continuar lo que parece que estaba concebido como una saga, -de hecho se deja una puerta abierta a esta posibilidad-. Mas al relato le falta músculo incluso para narrar una historia de lo más convencional. La complejidad de las formas, el abigarramiento visual con pretensiones de surrealismo onírico,  se hace compatible con una narración lineal en la que los responsables, el director y sus productores ejecutivos arriesgan muy poco. 



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