Quien a hierro mata. Paco Plaza. Crítica




EL DEBATE ENTRE EL SER Y EL ESTAR, ENTRE LA VENGANZA Y EL PLACER Y OTRAS CONTRADICCIONES QUE ACOMPAÑAN A LA SOCIEDAD LÍQUIDA QUE CARACTERIZA LA POSMODERNIDAD.


Ficha técnica, sinopsis, lo que se dice. (Pinchad aquí)



Crítica:



Comparto algún punto de vista de Victor Esquirol, que ha escrito la crítica más negativa de la última realización del valenciano Paco Plaza, uno de los pocos directores que merecen atención en el cine patrio, que hasta el momento ha apostado con valentía por realizaciones gamberras y de terror, que lo han elevado hasta la cima en la que se encuentra, Rec3.Génesis, protagonizada por una Leticia Dolera que crea un icono inolvidable, entre el atractivo ingenuo y la perversión naïf, acompañada de esa sierra mecánica que puso en el imaginario cinematográfico Sam Reimi, un gran maestro del género, o Verónica, una historia de posesiones demoníacas, relatos muy asentados y con firmes pilares, que si no son aceptados por todos los públicos, gozan de un público entendido, asiduo y muy amante de las metáforas de todo tipo, que permiten analizar todo aquello que afecta a hombres y mujeres sin recurrir al panfleto.

Con frecuencia, cuando ves una película, como espectador que carga con sus propios conocimientos y experiencia, sueles hacerte una idea de lo que el autor ha querido transmitir, que queda frustrada después de escuchar al propio cineasta cuando promociona su realización. Y esto me ha ocurrido escuchando a Paco Plaza hablar de una película que contextualiza en Galicia, un territorio abonado para los traficantes de droga, grandes mafias extranjeras, medianos traficantes y desgraciados que se exponen y generalmente mueren en el comercio de menudeo, un mundo al que el cine español ha dedicado muy poca atención, y que el director de 'Quien a hierro mata' dirige su mirada para dar forma a una historia en la que se mezclan el deseo de venganza y el placer del yonqui, ( Luís Tosar ), pero que, a diferencia de la descarnada Gomorra  de Mateo Garrone, basada en la novela de Roberto Saviano que ha comprometido su propia vida en la lucha contra la lacra de un comercio criminal que ahoga a su país, y que vende su obra como la denuncia de una población dominada por el miedo y un sistema envenenado por la corrupción, prefiere desviar la mirada hacia los conflictos individuales que éste produce, una postura posmoderna que denuncia Zygmunt Bauman. No queda nada de este compromiso en el film de Paco Plaza, que ha sacado de campo el contexto en el que ha prosperado la familia presidida por Antonio Padín, aunque alguno de los miembros de su familia parece clonado de los protagonistas de Garrone, convirtiendo la historia colectiva de un pueblo machacado por la droga en una historia personal, cuyos protagonistas son el 'narco' y el enfermero Mario, interpretado por Tosar.

El film se mueve en otras disyuntivas, entre la forma y el fondo; el director deja que sea otro el que cuente la historia, haga el guión, un escritor, Jorge Garricaechevarria  que ha trabajado para Alex de la Iglesia (El día de la bestia, 1995) Daniel Monzón (Celda 211, 2009) o  Daniel Calparsoro  (Cien años de  perdón, 2016), influencias que, a pesar de que el director defiende la autoría de la forma, (preferimos no entrar ahí), ha pesado y mucho en el resultado final, en el que echamos de menos la profundización en el sacrificio del pueblo gallego, denunciado por diferentes ministros del interior. Algo que lamentamos en un cineasta sólido como Paco Plaza, que lo aleja de los thrillers italianos y norteamericanos que tratan el tema del narcotráfico. Otras dualidades que destacan el director y su protagonista son la convivencia de la luz y la oscuridad en el protagonista, al que define la música elegida para definirlos (Julio Iglesias o Los suaves), poniendo en evidencia la distancia que existe entre su discurso y la praxis.

 Aunque ha quedado claro que me gusta más el Paco Plaza genuino, el que nos hizo llorar de risa y temblar de miedo, el film está bien realizado, va incrementando en su desarrollo la tensión y mantiene despierto el interés del público, lo que dice mucho del valenciano, una de cuyas mejores opciones ha sido elegir a Maika Makowski para realizar la banda sonora que contribuye sobremanera a este crescendo de la tensión, hasta concluir en una presencia ineludible, convirtiéndose en un personaje más de esta historia, uno de los más potentes, en la que el título hace referencia de forma tangencial a la conclusión del relato. 

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