One Spring Night. Ahn Pan-suk. Ficha técnica y crítica.

 


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SOMOS SOÑADORES SIN UNA DIRECCIÓN? HAY QUE ARRIESGARSE INCLUSO SI TE TIRAN AL SUELO; ¿ES SUFICIENTE CREER? ¿ES SUFICIENTE RENDIERSE?  (Rachael Yamagata en No Direction)


Ficha técnica:


Título original: Bombam (Serie de televisión)
País: Corea del Sur
Año: 2019
Duración: 35 minutos
Género: Dorodrama, romance, análisis social

Dirección: Ahn Pan-suk
Guion: Kim Eun
Dirección de Fotografía: Varios.  Carla Bruni (Spring Waltz);  Kevin Salem (Rain on Leaves ); Rachael Yamagata (We Could Still Be Happy ; No Direction; Is It You); Lee Namyeon (Grief y Mixed Emotions); Oscar Dunbar (Spring Rain)
Compañías productoras: JS Pictures y Netflix (serie original de la plataforma);  distribuidoras: MBC, Netflix.


Intérpretes:


Jung Hae-in: Yoo Ji Ho,
Han Ji-min: Lee Jung-in,
Kim Jun-han: Know Ki-seok,
Yoo Eun Woo: Ha Yi-an,


Sinopsis:


El film que dirige Ahn Pan-suk convierte a la primavera en su protagonista y en la clave para interpretar este dorodrama en el que dos jóvenes coreanos, una bibliotecaria y un farmacéutico,  Lee Jeong-on y Yu Ji-ho, se enamoran, un hecho que nadie sabe interpretar y que, como mucho, algunos caucus definen como un constructo patriarcal. Veremos.

Lo que se dice:


Mucho nos hemos estado resistiendo a entrar en las plataformas de streaming, a pesar de que ciertas publicaciones alababan las series que en ellas se emitían. El maldito coronavirus ha provocado el cambio más profundo que se ha producido jamás en la humanidad y ha retrotraído a los ciudadanos a sus 'cuevas'; la única forma de evitar convertirnos en trogloditas, que se suicidan en masa con cervezas, era entrar en estas plataformas, una vez agotadas las ofertas de un mercado de DVD y Blu-ray y las películas que ofrecen las parrillas televisivas. Y hemos dado el paso de abrir esta ventana animados por un coreano, Bong Joon-ho, que había rendido a sus pies a la Meca del Cine antes de estallar la pandemia, y, arrastrados por la curiosidad hemos aprovechado la oportunidad que nos daba Netflix de meter nuestras narices en este universo desconocido en su mayor parte, comprobando que el celuloide surcoreano es un pozo sin fondo. Últimamente hemos recalado en el remanso de paz, en las aguas transparente, que nos ofrece un cineasta, no joven, tampoco muy mayor (59 años), Ahn Pan-suk, que nos hace creer que otro mundo mejor es posible, al tiempo que denuncia un sustrato social cavernario y casposo, cuya contemplación nos confirma la tan difundida y a la vez negada existencia de una sociedad patriarcal irrespirable para las mujeres y los hombres que se dedican a una cosa diferente a la que los popes de este constructo han destinado: el arte o el cuidado de los suyos, a la que algunos de ellos, desamparados y marginados, han respondido con una actitud que hoy se observa con detenimiento por las consecuencias perturbadoras que está teniendo en un edificio social que parecía sólido: la resiliencia o la adaptación a una situación adversa, volviendo al estado anterior al conflicto, una vez éste se ha superado.

La forma en que Ahn Pan-suk trabaja su historia le ha hecho merecedor del reconocimiento de todos aquellos que se han acercado a sus películas, un hecho que se pone de relieve en las notas medias que ofrecen  páginas como la española 'Filmaffinity', un 6,9, basado en 43 votos, o la norteamericana Imdb, que eleva esta nota a 7,9, apoyándose en una participación mucho más amplia: 1114 usuarios. Una situación que se repite constantemente, especialmente cuando se tratan temas como la violencia de género, objeto de estudio tradicional para los caucus feministas universitarios, unos estudios consolidado en las Universidades más prestigiosas de  los diferentes estados que forman el país que, hasta ahora al menos, era el máximo representante del Imperio Occidental, y al que Donald Trump está empeñado en relegar a un segundo plano en el terreno en el que los estadounidenses conseguían quedarse con los excedentes (económicos por supuesto) del viejo mundo: la cultura, la tecnología y los productos más avanzados de la industria tecnológica.

Crítica:


No podemos despachar 'One Spring Night' con cuatro tópicos y generalidades de la crítica consolidada. Ahn Pan-suk nos cuenta una historia de amor muy poética, en cuya representación se muestra sobresaliente y coincide con modos de poner en escena las emociones muy norteamericanos, que  revela David O'Russell en los trucos que su protagonista femenina de 'El lado bueno de las cosas', interpretada por Jennifer Lawrence, enseña a su partner, Bradley Cooper, una película que David O'Russell dedicó a un hijo afectado de trastorno bipolar. Con este objetivo se apoya en los recursos cinematográficos a su alcance (cámaras lentas que se corresponden como un guante a la mano con la forma de moverse y gesticular de los actores coreanos, diabólicamente jóvenes a pesar de haber superado la treintena), y en una banda sonora cuya melodía y cuyas letras colaboran en el relato y lo hacen avanzar, a cargo de músicos que conectan con el público y transmiten un mensaje sencillo pero eficaz, que simplemente ayuda a provocar los sentimientos que nos evocan las canciones: todos queremos ser vistos por los otros, y, aunque la vida es un sueño, podemos tomar las riendas (Carla Bruni); el amor de Jung-hin y Ji-ho surge inesperadamente en primavera, pero ellos son conscientes que, como advierte el poema que construye Oscar Dunbar, Spring Rain, las estaciones se van y vuelven otra vez, y la pasión puede acompañarlas en su trayecto o perderse en él, una advertencia que se reproduce periódicamente en la historia, aunque los protagonistas deciden arriesgarse, creer y no rendirse ante las dificultades que se intuyen, que los amenazan, dispuestos a levantarse cada vez que los tiran al suelo.

Esta es la bella utopía que se inscribe en un mundo distópico, moderno y tecnológico (no tienen llaves, sino códigos numéricos para acceder a sus casas; disponen de buenos coches de marca nacional,- los Hyundai -, una educación para la salud envidiable,- las recepcionistas de los hospitales llevan siempre la mascarilla, porque además del Covid-19 hay otros virus en sus instalaciones, y los locutores que dirigen los programas de noticias advierten cuando sube la polución y hay que usar estos tapabocas, como los llaman en ciertos países), que oculta que tras el progreso que este sistema, modelo de desarrollo económico y de la fortaleza de los pilares de la sociedad, la educación y la sanidad, que definen a una sociedad moderna, coexiste una sociedad pre-democrática, troglodita y violenta, arraigada fuertemente en la alta burguesía, depositaria inmerecidamente de este progreso, que decide los matrimonios de las hijas, las ofrece en citas a ciegas y justifican y blanquean las palizas que  sus maricos, casados por interés, les infringen; muy duro de ver. Esposos arrogantes que no sólo desprecian a sus mujeres, futuras o presentes, sino a cualquiera que se fije en ellas como mujer y no como valor de cambio. El retrato que hace Ahn Pan-suk es demoledor, y refleja como pocos la podredumbre que se esconde tras la apariencia de bienestar de las elegantes residencias en las que prima el egoísmo, en las que los hijos no tienen empatía con sus compañeros de estudios y en los que la no aceptación de los hombres de la decisión de las mujeres de abandonarlos se lleva al extremo (ver Something in the Rain del mismo director), a pesar de que la legislación, más progresista que la sociedad, puede dar con sus huesos en la cárcel. La aporofobia de que habla Adela Cortina, el desprecio infinito al pobre inspira historias como la de Bong Joon-ho, Parásitos, que conquistó a la Academia de Cine Norteamericana.

Al mismo nivel el realizador coreano sitúa otra triste realidad,  el temor de los ciudadanos de Corea del Sur , y de cualquier punto de la Tierra, a perder su estatus social por los motivos más variados, como la ansiada por la mayoría jubilación. Pan-suk nos muestra dos modelos de jubilados: el padre de la protagonista de Something in the Rain, y el padre de la de One Spring Night, el primero tolerante y con una actividad relacionada con su antiguo trabajo que realiza libre en su casa, frente al primero que no acepta no tener un cargo en la sociedad que lo eleve por encima de la media y no suponga su descenso a un nivel inferior, una cuestión que nadie había planteado con tanta crudeza, que, en demasiadas ocasiones relega a los pensionistas a ayudantes en el hogar de sus hijos sin relevancia social. Junto a ellos sitúa a los hombres que, como el protagonista del relato quedan en la condición de 'padre soltero' desempoderado, despreciado, como un apestado; un farmacéutico sin farmacia, que trabaja para una mujer que tiene el dinero suficiente para financiar la suya y que le ayuda en una condición que solo suelen padecer las mujeres, aunque no son marginadas por ello, y que evoca el tema que trata Mimi Leder en 'Una cuestión de género', en la que una abogada se abre camino en la carrera judicial defendiendo a un hombre al que no se le desgravan los gastos que provocan el cuidado de su madre mientras él debe ausentarse para trabajar por el hecho de no ser mujer-cuidadora, que es lo normal en una sociedad patriarcal, y que provoca el escarnio y la burla de jueces, periodistas y público contra un hombre que se atreve a desvelar que vive como una mujer. Así pues, Ji-ho no sólo debe hacer frente a una situación social inferior (sus padres tienen una lavandería, mientras los de su novia son propietarios de un gran colegio), sino al hecho de tener que cuidar a su hijo(de nuevo el hombre cuidador), una circunstancia en la que su enemigo ve la causa de su debilidad, pero él un arma contra los que intentan humillarlos a ambos. Pocas veces se puede ver en el cine un análisis tan integral del constructo de la sociedad patriarcal que tiene abducidas las mentes de gentes mucho más pobres que los que insultan y ofenden sencillamente porque pueden hacerlo, envuelto en una atmósfera romántica que iguala la lucha por una mujer con la de eliminar los muros que erige la discriminación que ejercen los poderosos.

Buena música, trabajo excepcional de los actores, serenidad del relato y otras muchas cualidades del film explican las excelentes medias que obtienen estas series surcoreanas, y muy especialmente los de Ahn Pan-suk, procedentes de quienes han aprovechado la oportunidad que ofrece Netflix para acercarse a estas películas. Yo la aconsejo encarecidamente.



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