Moxie. Amy Poehler. Ficha técnica. Crítica.

 


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GLOBALIZACIÓN DE LA QUE SE DIO EN LLAMAR CUARTA OLA DEL FEMINISMO ¿? ; UNA HISTORIA PROTAGONIZADA POR LAS CENTENNIALS.


Ficha técnica:


Título original: Moxie
País: Estados Unidos
Año: 2021
Duración: 111 minutos
Género: Comedia, drama, género.

Direción Amy Poehler
Guion: Tamara Chestna, Dylan Meyer, basada en la novela de Jennifer Mathieu
Casting: Ben Harris, Allison Jones
Dirección de Fotografía: Tom Magill
Música: Mac McCaughan
Edición: Julie Monroe
Dirección artística: Rebekah Scheys
Decoración del set: Kimberly Wannop

Diseño de Vestuario: Kirsten Leigh Mann
Jefe de Departamento de maquillaje: Autumn Butler
Peluquería: Valentino Agundez y otros


Productores: Amy Poehler, Morgan Sackett, Kim Lessing, p.g.a.
Productor ejecutivo: David Hyman
Diseño de producción: Erin Magill
Compañías productoras: Paper Kite Productions; distribuye Netflix



Intérpretes:


Hadley Robinson: Vivian, 
Lauren Tsai: Claudia,
Alycia Pascual-Peña: Lucy,
Nico Hiraga: Seth,
Sabrina Haskett: Kaitlynn,
Patrick Schwarzenegger: Mitchell,
Sidney Park: Kiera,
Anjelika Washington: Amaya,
Emily Hopper: Meg,
Josi Totah: CJ, 
Amy Poehler: Lisa, madre de Vivian,
...

Sinopsis:


Harta del ambiente sexista y tóxico de su instituto, una tímida joven de 16 años, hija de una mujer con tradición en movimientos feministas, encuentra la inspiración en el pasado  rebelde de su madre y publica de forma anónima una revista que provoca una enfurecida revolución por toda la escuela.


Lo que se dice:


El film ha sido relativamente bien recibido por los espectadores, como pone de relieve la página española Filmaffinity que ofrece una nota media de 5,8, basado en el voto de 866 lectores, una media que supera la norteamericana Imdb y la eleva hasta 6,7, según la valoración de 12,443 usuarios de la página.

Los críticos la definen como una comedia dulce e inteligente de empoderamiento femenino (Tomris Laffly: Variety ); un film que consigue convertir el glorioso quarterback en un despreciable reflejo de actitudes machistas (Janire Zurbano, Cinemanía); un trabajo dispar, pero honesto (Inkoo Kang, The Hollywood Reporter); aunque llena de clichés 'parece' confortable y familiar más que demasiado tópica (Patrick Cremona, Radio Times)...Lo peor que se puede hacer con una obra cualquiera, ya sea un libro o una película, es mostrarse condescendiente y tacharla de bienintencionada, ingenua y naïf, por eso se agradecen más las reseñas que tiran al plato y que parecen tomarse más en serio el film que dirige Amy Poehler, como hace Alejandro Alemán (Diario Universal), para quien 'Moxie' no es solo una mala película, sino una cinta que banaliza el movimiento feminista; Peter Bradshaw incide más y advierte que hay muchas buenas películas del género y que Amy Phoeler no ha querido emularlas.

Crítica:



Hemos advertido en el tagline de que este film pretende abrir una ventana indiscreta respecto a cómo viven este movimiento que se ha generado en los últimos tiempos entre las más jóvenes que han querido darle un golpe de timón a la lucha de sus predecesoras, alejándose de sus madres y abuelas; este spin off del feminismo centenario, que ha banalizado los logros de una lucha sólida que ha conseguido no sólo el sufragio universal con el derecho a voto de las mujeres en casi todos los países del mundo, sino la identidad jurídica de la mujer para comprar y vender sus pertenencias o el divorcio. En algunos países, que han recorrido mucho trecho en los últimos tiempos, mientras Occidente se hundía a causa de las crisis económicas y sanitarias, como Corea del Sur,  gozan de una legislación muy avanzada  que castiga los agravios psicológicos y los maltratos físicos que puedan padecer en el futuro de una sociedad igualitaria, tanto hombres como mujeres, con penas que contempla su código penal, que incorpora el controvertido 'si es si', una legislación que contribuyen a divulgar series didácticas como Itaewon Class (Kim Sung-yoon), que recuerda a sus espectadores que un solo amago de besar a una mujer o a un hombre sin habérselo pedido antes supone la comisión de un delito, advirtiendo que pueden existir otras formas menos rudas pero explícitas de entender el consentimiento (Amor en la ciudad de Park Shin-woo; no es necesario firmar un contrato como en las prácticas de bondage). Quedan retos duros, como conseguir la igualdad de salario y romper techos de cristal que impiden que ellas accedan a Consejos de Administración de grandes conglomerados y compañías financieras. que operan en bolsa, y en el mundo laboral en general.

Hoy las generaciones se suceden a la velocidad del rayo, nacen y mueren en apenas una década, y, mientras más de un despistado intentaba saber quiénes eran los millennials, ahora tienen que esforzarse por conocer las diferencias de éstos con los centennials, la también llamada Generación Z, que ya compite con los jóvenes Alpha, todos ellos introducidos en la nueva era tecnológica con gradaciones tan notables como la que experimenta la rápida evolución de la precisión y posibilidades que ofrecen los nuevos mecanismos cibernéticos que manejan. Las plantas nobles de los grandes almacenes españoles que han venido funcionando como emblema de las clases medias  se están convirtiendo en grandes expositores de las últimas incorporaciones de teléfonos y todo tipo de pantallas inteligentes orientales, que hacen palidecer al aristocrático señor de la manzana mordida.

Lo malo de Moxie es que no pecha valientemente con la situación a la que se enfrenta. La protagonista es una rubia, blanca y delicada jovencita, Vivian, una representante de la Generación Z, hija de una feminista que apenas llega a los 50 ; ambas viven en un hogar monoparental y Vivian  echa de menos los momentos en que su padre formaba parte de la familia. La  amiga íntima de la protagonista es una joven asiática. El instituto al que acude es conservador en las formas y el trato entre alumnado y profesores, que tienen bien aprendida la lección del 'viejo' feminismo, es bueno,  aunque el centro disfruta de un alumnado multirracial burgués, que convive sin que chirríen los goznes de un edificio con viejas puertas de entrada a todos los pueblos y sensibilidades que conviven en Norteamérica y forman parte de una clase media acomodada.

La entrada de una joven 'negra' (en la nueva nomenclatura racializada, un término que olvida el largo sufrimiento no extinguido de su pueblo), entra en este núcleo en el que, aparentemente, reina la concordia, ya que los chicos hacen lo de siempre, jugar al fútbol, y las chicas van a lo suyo, y  los soportan y animan con pompones en los acontecimientos deportivos, en los que algunas de ellas  exhiben enormes fotografías del chico que les gusta más, generalmente los más macarras, (entre los machitos también los hay de todos los colores), y soportan la ristra de insultos y descalificaciones que ellos les atribuyen en las redes, relacionados con sus atributos sexuales y su inclinación a mantener relaciones más o menos profundas o superficiales con ellos. Luci (Alycia Pascual-Peña) pronuncia por primera vez en este remanso de paz y alegría, la palabra acoso, y se encienden las alarmas, pero es incapaz de ir más allá de su radicalidad verbal, siendo Vivian, la hija de la feminista 'blanca', tímida e inhibida, frágil y educada, la encargada de arrebatar la voz a las que se sienten más discriminadas por razones históricas que todos conocemos, y organizar un movimiento feminista en el instituto, Moxie,  con una referencia muy prudente a los movimientos lgtbi y trans, que se han impuesto al feminista, lo que ha provocado una escisión y un freno en el avance de la revolución que en apenas doscientos años ha sacado a la mujer del ámbito privado del hogar y la ha convertido en un sujeto político y económico, al que todavía le queda por alcanzar el reconocimiento de su talento en el marco laboral.

Amy Phoeler es una cómica, escritora, productora y directora de Massachussets, que está bien considerada por las chicas jóvenes; es hija de profesores y conoce bien el medio en que integra su historia, pero el resultado es amable, sin aristas, lleno de gente guapa, en un mundo sin clases sociales, transversal, líquido y ligero, incluso cuando se revoluciona, aunque al mismo tiempo trivial y efímero como pompas de jabón. Olvida que el camino de las mujeres ha sido una dura batalla, ganada paso a paso con dolor, y lo más lejos que llega en su transversalidad al tratar el tema del género es a filmar un primer plano entre de un beso entre dos chicas negras. Un divertimento perfectamente olvidable, que deja menos huella que las películas de terror que se han hecho sobre el tema.

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