Mute. Duncan Jones. Ficha de identificación. Crítica.

 


Curioso cartel que parece pertenecer a películas de mediados del siglo XX

El derecho de la imagen pertenece a sus autores

y/o las Compañías productoras y distribuidoras


UNA NUEVA PELÍCULA DE DUNCAN JONES, EL HIJO DE DAVID BOWIE, A LA QUE DE NUEVO LA PRENSA DA LA ESPALDA.


Ficha de identificación:


Título original: Mute
País: Reino Unido; co-producción Reino Unido-Alemania
Año: 2018
Duración126 minutos

Ficha técnico-artística:


Dirección: Duncan Jones
Guion: Duncan Jones, Michael Robert Johnson, , basado en una historia de Duncan Jones
Casting: Lindsay Graham, Manuel Puro, Mary Vernieu
Dirección de Fotografía: Gary Shaw
Música: Clint Mansell
Edición: Barret Heathcote, Laura Hennings
Dirección artística: Sarah Horton
Decoración del set: Bernhard Henrich

Diseño de vestuario: Ruth Myers
Maquillaje y peluquería: Dana Bieler

Productor: Stuart Fenegan
Productores ejecutivos: Trevor Beattie, Collin Creighton, Pauline Fisher, Charles J.D., Schlissel
Diseño de producción: Gavin Bocquet
Compañías productoras: Liberty Films UK, Studio Babelsberg; distribuye Netflix


Reparto:


Alexander Skarsgard; Leo
Justin Theroux: Duck 
Levi Eisenbläter: Joven Leo
Paul Rudd: Cactus Bill
Rosie Shaw; Joven Sybille
Eugen Bauder: Hombre joven
Livia Matthes: Mujer joven
Jarah Maria Anders: Mujer joven
Caroline Peters: Madre de Leo
Laura de Boer: Doctor
Grégoire Gris; Asistente del Doctor
Seyneb Saleh; Naadirah
Robert Sheehan: Luba
Daniel Fathers: Sargento Robert Klokowski
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Sinopsis:

Cuando su novia desaparece, un hombre mudo (Alexander Sharsgard) se adentra en el sórdido submundo de un Berlín futurista (año 2056), donde sus acciones hablarán sin necesidad de palabras.


Lo que se dice:


El film que dirige Duncan Jones, Mute, ha sido de nuevo maltratado por la prensa; algunos críticos, en ocasiones anteriores anteriores, cuando se estrenaron Moon o Source Code, no se pudieron reprimir y llegaron a afirmar que el joven cineasta es menos listo de lo que se cree, una afirmación que pone en cuestión el criterio de quien pretende generan una opinión adversa que concuerde con su ideología o sus gustos literarios y cinematográficos. Lo veremos, ahora que nos da Netflix la oportunidad de tener una opinión propia. A muchos nos gustaron sus películas precedentes y el hijo de Bowie es un director lo suficientemente atractivo como para generar un efecto llamada. Sin embargo el negacionismo se manifiesta en páginas como la española Filmaffinity, cuyos lectores, 3346 suspenden claramente el film con un 4,6 , una media que la norteamericana eleva a 5,5, apoyada en una muestra mucho más amplia: 34000 de sus usuarios.

Los argumentos que, en esta ocasión, dan los críticos son que, aunque no se puede negar que es deslumbrante su ejecución visual, el director no tiene nada que decir (Peter Debruge, Variety); una versión mal concebida e interpretada por Alexander Skärsgard  de Blade Runner (Charles Bramesco, The Guardian); dice menos de lo que quiere decir (Shen Linden, The Hollywood Reporter); el guion carece de ese lado interesante que hizo tan atractiva Moon (Ed Cumming, Telegraph); le falta misterio y profundidad (Andrew Crump (The Playlist)...


Crítica:


A MENUDO DIOS PARA MOLDEAR A SU GENTE TIENE QUE FUNDIRLA


Es como mínimo curiosa la actitud que ha mantenido la prensa norteamericana frente a las realizaciones del hijo de David Bowie, Duncan Jones, que he citado antes. Si entonces se dijo que era menos listo de lo que él creía, ahora se afirma que dice menos de lo que quiere decir (Shen Linden, The Hollywood Reporter). Esta acritud nos obliga a posicionarnos en defensa del joven director y rebatir algunas afirmaciones que son inexactas. No se puede decir desde las páginas de un rotativo como The Guardian que Mute es una versión de Blade Runner mal concebida, sencillamente porque no es verdad, ni en la forma ni en el fondo, y ni siquiera me atrevería a adscribirla al género de ciencia-ficción porque se contextualice dentro de algunos años, ya que lo que vemos es una evolución lógica de lo que estamos experimentando en la actualidad. Si en algo coincide con el film de Ridley Scott, lo hace también con el de Luc Besson, El quinto elemento, y con algún otro film que busca la inspiración de una ciudad futurista como la que Fritz Lang pergeñó para su Metrópolis, pero con una diferencia sustancial: el mundo que imagina Jones se explaya no sólo de noche, habitado por seres extraños entre los que deambulan los clones con fecha de caducidad, sino a plena luz del día. La revolución tecnológica ya ha comenzado a asentarse y los útiles para su difusión han logrado un grado de innovación superior al que disfrutamos ahora, incluidos los vehículos que vuelan entre altos edificios. Un dato que no carece de interés: el amor a la luz del día, el horror en los garitos de la noche, alguno de los cuales tiene un nombre tan emblemático como 'Ruta 66', clubes de striptease en los que conviven las mujeres con  los robots en la tarea de provocar el deseo masculino.  La revolución tecnológica no parece haber cambiado esta división de roles entre hombres y mujeres, solo que ahora ya no es ficción, sino casi realidad.

Alexander Skarsgard, se erige en el icono de quienes se resisten al avance de la sociedad . Recordemos que en los inicios de la revolución industrial, en la que incluso los niños hacían jornadas de 16 horas, hubo un importante movimiento ludista que rompía las máquinas, al que se opuso el socialismo científico que defendía Marx y Engels que creían en el progreso. No cabe duda de que el hombre de los siglos XX y XXI vive mucho mejor que el de los siglos XVIII y XIX, pero eso no se contemplaba cuando no había perspectiva histórica. ¿Construye Duncan Jones un thriller o una película que podríamos encuadrar en el cine noir?  No parece haber sociópatas ni psicópatas, sino gángsters que controlan el mundo de la noche, sino  un personaje  discapacitado que interpreta Alexander Skarsgard, un miembro de la comunidad Amish, un grupo que se opone al progreso de la comunidad y que se caracteriza por un estilo de vida sencillo, una vestimenta tradicional y una resistencia a adoptar tecnologías modernas, incluso las relacionadas con las elementales comodidades que proporciona la electricidad. Siendo niño, Leo, interpretado por Alexander, sufrió un accidente en una motora que lo deja mudo al cortarle  la garganta y su madre se negó a que fuera operado y recuperara el habla. Si en Moon, Jones fue brillante en su defensa de los clones, creados con fecha de caducidad, quizá aquí, cuando la política de Netflix da a sus fichajes total libertad creativa, no ha conseguido el tono adecuado para elaborar su discurso. Leo no es un sociópata, pero sí es una persona con una deficiencia grave, no puede hablar. Este perfil del protagonista no sé si permite al creador del personaje convertir su película en un thriller, pero si introducirse por el camino de la metadiégesis que siempre es mucho más árido que el de perfilar un personaje atractivo. Hablamos de la naturaleza del lenguaje cinematográfico: Leo no habla, es mudo, pero en todo momento el espectador conoce sus intenciones porque, incluso cuando escribe en un cuaderno, su mensaje es visual, no literario. Esto satisface a más de un espectador que ya no soporta que en una película pesen más los diálogos que lo que nos transmiten las imágenes, por mucho que se diga que una imagen vale más que mil palabras. Cuando puede hablar todo se torna más luminoso. ¿Es ésto lo que ha molestado tanto y ha animado a más de uno a afirmar que no sabe lo que quiere decir?

Llegados a este punto, toca sacar a relucir una apuesta muy difícil y quizá desafortunada del  cineasta, que al fin y a la postre es un ser humano, que tuvo que batallar en una pausa de cinco años con el cáncer de su esposa y la muerte de su padre, que grabó aquel vídeo tan terrible acerca de su próxima desaparición del reino de los vivos. Hablo de la adaptación del juego que implica a millones de seguidores en el mundo, Warcraft, que según el crítico de The Guardian, no solo fue atacada salvajemente por los críticos, sino que ensució la taquilla estadounidense. Este tipo de afirmaciones provoca la reacción de quien se posiciona de forma más equilibrada. Mute no es Moon, pero si muestra la intención de Duncan Jones de profundizar en el lenguaje del cine, aunque ocupar el lugar de Lucas es harto difícil.

Quien desee profundizar en las apuestas de Duncan Jones tiene el film disponible en Netflix.

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