Antiviral. David Cronenberg. Crítica




¿DE TAL PALO TAL ASTILLA?


Ficha técnica, sinopsis, premios, lo que se dice(Pinchad aquí).


El tiempo no pasa en balde y el hijo de David Cronenberg, Brandon, evidentemente ha evolucionado, y abandona el espacio romántico de quienes, en otros momentos, aterrorizaron al mundo (David Cronenberg, John Carpenter y Wes Craven, las tres C del género de terror). Su padre es un fiel exponente de lo que algunos han llamado horror corporal, una tendencia que explora el miedo humano ante la infección (ahora podría hacer un buen film), abanderando el concepto de la 'nueva carne', que elimina las fronteras entro lo mecánico y orgánico. La diferencia entre el padre y el hijo radica en que el primero , un canadiense, nacido en Toronto, fue hijo de una familia de migrantes judíos procedentes de Lituania. Su progenitor, a su vez, fue hijo  de un escritor, editor y periodista y de una pianista,y creció rodeado de libros en el hogar de una familia culta y amante de las artes, y entró en contacto con el cine, a través de Ivan Reitman, el padre de Jason Reitman (Up In The Air, (2009), un film que aborda algunos aspectos de una crisis económica, la primera global, iniciada con la caída de Lehman Brothers e septiembre de 2008) en el seno de la comunidad hebrea.

Brandon, nacido ya en Canadá, fue a la Universidad, y si bien en principio se sintió atraído por las bellas artes tradicionales, -escritura y pintura -, acabó decantándose por una manifestación artística que reúne a todas las que le precedieron: el cine. Mas, como no podía ser de otra manera, el joven realizador se  inscribe en las nuevas tendencias, minimalistas, más cínicas,que sondean en la forma de vida y las aspiraciones de unos individuos que creían haber controlado la naturaleza y dentro de ella, el mundo que habitamos. No están lejos los tiempos en que Greta Thunberg recorría el mundo con un cartón en el que escribía sus lemas, reclamando que resolviéramos la contaminación ambiental ya, sin poder predecir que un virus apocalíptico estaba a punto de vaciar las ciudades, dejar abandonadas, en parte, las segundas residencias que han deteriorado la costa, y que, si una vacuna no lo remedia, pronto dejará un paisaje semejante a los que nos ha legado el cine el 'El Planeta de los simios' (Franklin J.Schaffner, 1968) y sus diferentes versiones, o en Oblivion (Joseph Kosinski, 2013), por poner sólo algún ejemplo de discursos catastrofistas, construidos para entretenimiento de espectadores dominados por las pasiones fuertes. Lo cierto es que la realidad ha superado este discurso audiovisual ,eliminando la poesía y proporcionando anécdotas más bizarras y cutres. 

Cuando Brandon hizo este film, de corte indie que se materializa en la concreción del tema, sin contextualización espacial ni temporal, ubicando la acción en espacios minimalistas, blancos y vacíos, un estilo que ya había experimentado George Lucas en THX 1138 (1971), una historia reivindicativa de la humanidad en un mundo futurista, anticipándose a un discurso que triunfa actualmente, inspirado en Herbert George Wells, y que establece diferencias entre el arriba y abajo y preside el cine de Bong Joon-ho, Jordan Peele o el español Galder Gaztelu-Urrutia, en 'El Hoyo', que abandona estos espacios luminosos y nos introduce en otros más grises y fríos que parecen predecir los negros nubarrones que hoy nos atemorizan.

El personaje principal, Syd March (Caleb Landry Jones), tiene la apariencia de un niño pijo que se mete en un negocio muy peligroso, un universo en el que se trafica con virus extraídos de hombres y mujeres célebres de la publicidad y el cine, que, tras crear una especie de antivirus que impide que pase a una persona diferente de la  que ha pagado grandes cantidades por la posesión exclusiva de las diferentes enfermedades que padece el famoso, hace trampas y roba a su empresa una porción de estos apreciados virus. Diabólico. La carne, la sangre, las mascarillas, de diferente modelos, algunas similares a las que llevan los ejércitos en las guerras bacteriológicas, los famosos, por desgracia, EPIS (equipos de protección oficial), laboratorios, jeringuillas...son el medio en el que se inscribe esta historia, que puede inspirar ideas infantiles, y al mismo tiempo de idea y vuelta, como la que fue capaz de formular el pintoresco presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien afirma que el COVID-19 ha sido fabricado en laboratorios chinos (no dice para qué, aunque los que se sitúan en la otra orilla, sostienen que lo han fabricado los americanos para favorecer la entrada en la era tecnológica), que las compra algún rotativo español, que luego pretende que nos lo tomemos en serio. 

Malcolm McDowell (La naranja mecánica, (Stanley Kubrick , 1971), desempeña el papel de un doctor menos maligno, más light, que Mabuse, Vergerus, Mengele o Vallejo Nájera. Un cine espantoso, que nos proporciona imágenes poco humanas, que, desgraciadamente, han sido superadas por los acontecimientos actuales, en las que el miedo a la ficción, lo imaginado, ha sido sustituido por el terror a lo que nos espera cuando salgamos de casa. El mundo indie ha sido superado, y su superficialidad borrada de plumazo. ¿Cuánto tiempo tardaremos en estremecernos de nuevo por emular a un personaje célebre, que quizá deje de serlo si se siega la hierba bajo sus pies? Sin publicidad no hay negocio, lo que está incidiendo en los medios de comunicación que luchan por subsistir en un mundo cada vez más bizarro, que aplaude a los médicos y los tira de su casa después, para que no contagie a sus vecinos. Un film duro, pero que muestra el mundo superficial en el que nos hemos movido hasta ahora, lleno de ventajistas, que ahora sienten que la tierra se hunde bajo sus pies; Syd es un superviviente, el típico hombre que, como el ave Fenix, resucita de sus cenizas y acepta que lo importante no es el ser humano, a no ser como receptáculo de un virus que se perpetúa hasta el más allá, viajando libremente de un cuerpo a otro, por mucho que alguien quiera imaginar que lo puede controlar en exclusiva. Entre ellos, de nuevo, el curioso presidente de la, hasta ayer, primera potencia mundial.

Quien tenga buen estómago, puede ver esta película en Filmin,



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