Femme Fatale. Brian de Palma. ¿Sería poíiticamente correcta hoy esta película de Palma?









"SI DECIR TODO LLEVA AL ABURRIMIENTO, DECIR POCO CONLLEVA LA DECISIÓN DE QUÉ DECIR Y QUÉ IGNORAR" (Carlos A. Scolari, Cultura Snack). CUANDO SE TIENEN POCOS ARGUMENTOS, HAY QUE ELEGIR MUY BIEN COMO USARLOS. 



Ha corrido mucho tiempo desde que abordé en este blog el análisis del subtexto de 'Femme Fatale' de Brian de Palma (  abril de 2011), y hemos ido quemando etapas que los sociólogos han ido calificando de sociedad líquida, Zygmunt Baumann, y ahora gaseosa, a la que Carlos A. Scolari llama cultura Snack, que se ha implantado aceleradamente (ahora surge una nueva amenaza en el horizonte, que se ha hecho famosa en muy poco tiempo, el ChatGPT). A medida que se han ido multiplicando los medios, afirma Scolari, también se ha incrementado la cantidad de textos en circulación, que combaten por captar la atención del usuario, aunque sea unas cuantas horas, dando lugar a 'una infinidad' de piezas textuales efímeras que van conformando la cultura snack: clips, tuits, memes, trailers, wbseries, webtoons, teasers, tiktoks..., e incluso el malvado spoiler, pequeños formatos que no son nuevos en la historia del hombre, pero que ahora sustituyen a elaborados discursos, confeccionados para permanecer en el seno de una sociedad sólida.

Brian de Palma hizo un film noir, Femme Fatale, en 2002,  de marcado carácter femenino, en el que el núcleo del background, del subtexto, lo constituye el voyeurismo que convierte a  la heroína, capaz de burlar a los peligrosos matones y quedarse con el botín en el objetivo de su discurso. Su socia en el plan para burlar al grupo de mafiosos es otra mujer. En las primeras imágenes del film se contrapone en un fundido la imagen de la femme fatale interpretada por Barbara Stanwyck  a la moderna, independiente y adicta Lauren (Rebecca Romun-Stamoshoy superada por las leyes de igualdad. La operación tiene como fondo el Festival de Cannes, en el que se proyecta el film Este-Oeste de Regis Wargnier, que se interpreta a sí mismo, en un brillante homenaje del cineasta americano al certamen francés francés y al director de Indochina. El espectador es víctima de un engaño, que posteriormente se desvelará, y resulta atrapado por las seductoras imágenes lésbicas de Lauren y la actriz Sandrine Bonnaire portadora de la joya, una serpiente de oro y brillantes que apenas le cubre su cuerpo, objeto del robo. A principio de siglo se peleaba con la semántica, de tal modo que la mujer representaba el leitmotif del espectáculo erótico, y connotaba sermiradaidad (tobelookdatnees) como objeto de fascinación de los personajes de la historia que se desarrollaba en la pantalla ( seducción de los trabajadores de las bambalinas del Festival, y de Nicolás Bardo, el fotógrafo) y del espectador en la sala. El dispositivo de la showgirl permite, según Laura Mulvey, la unificación de las dos miradas, sin ruptura aparente de la diégesis, mientras las partes del cuerpo fragmentadas, (piernas bellísimas proyectadas a cámara lenta) tienen calidad de recortable o icono y rompen la ilusión de profundidad o la verosimilitud, al tiempo que cosificaban a las féminas. El espectador se identifica con la principal figura masculina, el fotógrafo encarnado por Antonio Banderas, exento de esta objetivación, que representa la scoptofilia fetichista y el voyeurismo, y, que para ganarse la confianza de la mujer finge, ser gay. Como podemos entender rápidamente, todo este planteamiento seductivo está superado cuando los cuerpos se exhiben con provocación de forma casi masiva, con todo tipo de prótesis, como los push ups de diferentes partes de los mismos,  que realzan lo que interesa y parecen no querer esconder nada.




Los cánones de belleza también se han alterado, en tan solo 20  años, enfrentándose a los que regían desde la cultura clásica (aunque quizá tenía razón aquí también Giulio Carlo Argán cuando hablaba de largos periodos románticos en los que priman las emociones y la ruptura de la serenidad y el equilibrio, interrumpidos brevemente por breves periodos clásicos en los que domina la razón ), con algunos periodos, más o menos extensos, rubenianos, que unidos a la ruptura del armonía de las formas, se imponen con añadidos de prótesis para formar cuerpos imposibles que se adaptan a un nuevo ideal, y que se enfrentan a esa belleza icónica de la mujer de tiempos de Brian de Palma, que desataba el drama de sus camaradas masculinos. El cineasta creó un icono femenino , lejos del naturalismo de James Cain, con algo de cover-girl mujer-pantera, criatura que pertenece al ámbito del sueño erótico, de magnetismo felino (imagen del gato saboteador tomado con cámara de visión nocturna). Diosas o diablesas de manual.

Ahora, en la sociedad gaseosa, se impone la protagonista múltiple, formada por un grupo de cinco o seis chicas, en el que queda reflejada la diversidad del nuevo canon de belleza, que impone mujeres a las que llaman no normativas, un paraguas que las protege de cualquier forma de discriminación. Nos preguntamos cómo haría ahora Brian de Palma su 'Femme Fatale', (algunos elementos definidos ahora por las leyes ya están presentes en su narrativa), ¿sería posible hacer un filme como este? La verdad es que no lo tengo claro, pero ahí queda la pregunta en el aire para que cada uno se la responda. Quizá la respuesta esté en películas como "Las de la última fila", "Fuga de reinas"  o  "Vida saludable a tope". Un lúcido paradigma de los nuevos tiempos nos los ofrece Javier Polo, director de documentales tan divertidos como 'El misterio del flamenco rosa',   en el nuevo clip del grupo valenciano Johnny B.Zero, Flaqueza. No os defraudará.

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