Mudo. Duncan Jones. Ficha técnica y crítica







PARA MOLDEAR A SU GENTE, A MENUDO, DIOS TIENE QUE FUNDIRLA (Proverbio Amish)


Ficha técnica:


Título original: Mute
País: Reino Unido. Co-producción Reino Unido/Alemania
Año: 2019
Duración: 126 minutos

Dirección: Duncan Jones
Guión: Duncan Jones, Michael Robert Johnson, basado en una historia de Duncan Jones
Casting: Lindsay Graham, Manuel Puro, Mary Vernieu
Dirección de Fotografía : Gary Shaw
Música: Clint Mansell
Edición: Barrett Heatchcote, Laura Jennings
Dirección artística: Sarah Horton
Decoración del set: Bernhard Henrich

Diseño de Vestuario: Ruth Myers
Diseño de maquillaje y peluquería: Waldemar Prokomski

Productores: Ted Sarandos, Stuart Fenegan
Productores ejecutivos: Trevor Beattie, Colling Creighton, Pauline Fisher, Charles J.D.Schlissel
Diseño de producción: Gavin Bocquet
Compañías productoras: Liberty Films  UK, asociada con Studio Babelsberg, Netflix; distribución: Netflix


Intérpretes:


Alexander Skarsgard: Leo,
Paul Rudd: Cactus Bill,
Justin Theroux: Duck,
Florence Kasumba: Tanya,
Noel Carke: Stu,
Daniel Fathers: Sargento Robert Kloskowski,
Kirsten Block_ German Chancellor,
Gilbert Owuor: Maksim,
Alexander Yassin: Cashier,
Seyneb Saleh: Naadirah,
Nikki Lamborn: Rhonna,
Anja Karmanski: Kathy,
Sam Rockwell: Sam Bell,
Robert Sheehan: Luba,
Levi Eisenblätter: joven Leo,
Rosie Shaw: Joven Sybille
Luisa Wolf: Camarera


Sinopsis:


Cuando su novia desaparece, un hombre mudo (Alexander Skarsgard) se adentra en el submundo sórdido de un Berlín futurista (año 2056), donde sus acciones hablarán sin necesidad de palabras.


Lo que se dice: 


El film no ha sido muy bien considerado por una prensa que parecía estar al acecho del señalado cínicamente como el arrogante hijo de David Bowie, Duncan Zowie Haywood Jones, también conocido como Zowie Bowie o Joey Bowie*, que había realizado dos filmes memorables, Moon (2009) y Source Code, y una adaptación de Warcraft: el origen, basada en el videojuego que se ha convertido en un fenómeno mundial , una actitud que se ha traducido en un claro suspenso, el que refleja la página española Filmaffinity, que ofrece una media de 4,7 puntos, basada en 2,870 votos. Una media que la página norteamericana  Imdb eleva a 5,4, un aprobado muy modesto, basado como es habitual en una muestra mucho más amplia: 26,840 valoraciones de usuarios.

Los argumentos que dan los críticos son que la película,si bien es deslumbrante en el estilo visual, no tiene nada que decir (Peter Debruge, Variety); versión de Blade Runner catastróficamente concebida  y una actuación muy sosa de Alexander Skarsgard (Charles Bramesco, The Guardian); dice menos de lo que quiere decir (Dheri Linden, The Hollywood Reporter); carece del lado tan interesante que hizo de Moon un film tan atractivo (Andrew Crump, The Playlist); múltiples referencias que recuerdan que hay películas mejores (Kevin Crust, Los Angeles Times); noir distópico que no es interesante ni como visión del futuro ni como misterio (Robert Abele, The Wrap)...


Crítica:


Grandes cineastas que han dejado obras maestras, en un mundo que evoluciona mucho más rápido de lo que las élites de la sociedad industrial desearían, están siendo arrastrados por los nuevos poderes emergentes hacia la recién estrenada sociedad tecnológica que está minando la concepción del cine como un espectáculo que exige al espectador salir de casa y compartir un patio de butacas con un público más amplio, convirtiendo el disfrute de las creaciones audiovisuales en una satisfacción individual gracias al streaming o la emisión en continuo, que permite al usuario disfrutar del producto a la vez que se descarga, un nuevo concepto que responde a una nueva realidad que va aprehendiendo la sociedad en su conjunto, Este cambio de concepción exige una nueva forma de estructurar los contenidos y de contemplar la evolución de una sociedad que acompaña al desarrollo de las nuevas tecnologías.

Ya nada es igual, ni la concepción del sexo-género, (ya no sólo se contemplan dos géneros, ni  tres, sino que el concepto se ha superado. y engloba también ciborgs y auténticos robots, que funcionan sexualmente como los humanos, y en esto quizá ha pecado, para algunos,de nuevo el joven Duncan Jones, que dedica su primera película para Netflix a su padre David Robert Jones, desaparecido en 2016, y a la niñera que lo crió Marion Skene, malograda un año después, a los 57 años, y ha vuelto a pasarse de listo). En esta especie de desquite de sus filias y fobias familiares, una catarsis que busca en esta autoficción distópica, no salen bien parados los que, como su abuelo materno, eran veteranos de guerra y que en el relato que construye Jones forman mafias que constituyen el hampa de un Berlin de  2056, aunque su aspecto tiene poco de futurista y mucho de referencia a las guerras que se libraron en el siglo XX en el extremo oriente, unas imágenes que dotan de una discordancia elegida conscientemente por el autor, un hecho que se repite en la elección de las canciones que se integran en el score musical de Clint Mansell,que trabajó para el director en Moon, y para otros realizadores célebres como Aronofsky en 'El luchador' (2008)  y Noé (2014), y se encargó de la ambientación musical de Loving Vincent de Dorota Kobiela (2017). Otras perversiones que resisten al pasodel tiempo son la persistencia de muchos hombres en ejercer la pederastia contra los niños, un crimen frente al que el cineasta inglés muestra una extrema sensibilidad, dedicando su película a aquellos que decidieron ser padres, especialmente el suyo propio, David Robert Jones, (David Bowie),  y la mujer que lo crió, Marion Skene, que si no fue su madre biológica, fue la que ejerció de tal.

En la caracterización de los personajes incide en un teñido de los cabellos muy actual que identifica a los sectores más jóvenes de la sociedad, un rasgo que también tienen en cuenta otros cineastas como Alice Waddington en 'Paradise Hills', una forma muy peculiar que diferencia este universo multicolor del de otras épocas pasadas, y que consiste en quitar el color natural del pelo con lejía, o cualquier otro procedimiento muy agresivo,  y luego teñirlo con tonos muy artificiosos, que desaparecen pronto y permiten su sustitución por otros colores diferentes, a los que en muchos casos se atribuye un valor simbólico; en algunos lugares, jóvenes estudiantes han sido sancionados en sus escuelas por aplicar el color rosa para su cabello en solidaridad con sus compañeras feministas. La protagonista, Naadirah (Seyneb Saleh), víctima de la violencia de género, cubre sus mechas desleídas con un azul oscuro, que combina con el color del carmín que cubre sus labios.

Los galenos del futuro ya no se dedican, como en el film de Ridley Scott, a fabricar ojos orgánicos para sus clones, bellos ejemplares producidos en el laboratorio, sino que producen piezas con materiales de última generación para los hombres, mujeres y niños que han perdido determinadas partes del cuerpo o ciertos órganos,como ocurre con el protagonista, Leo (Alexandre Skarsgard), y se ponen al servicio de las bandas mafiosas, en cuyos locales se hace visible las grandes diferencias que se engloban bajo una única denominación, sin dividir a los seres humanos en función del sexo con el que han nacido o han sido creados por los diferentes demiurgos. Es una cuestión que muchos defienden en charlas y seminarios sobre la superación del constructo de sexo/género como lo habíamos entendido hasta ahora.

De este modo, el joven Duncan Jones no se limita a hacer un remake de Blade Runner, (sus visiones del espacio exterior son muy limitadas, todas ellas influenciadas por Metrópolis de Fritz Lang) que plantea con maestría la legitimidad de crear vida en un laboratorio, dotando a sus creaciones de fecha de caducidad, un hecho que será el protagonista de Moon, sino que retrata el mundo en el que vivimos, tal como lo vivimos, situándolo a mediados del siglo XXI, en el que la sociedad ha avanzado y sus prácticas violentas también. Un personaje, Leo, funciona como el testigo mudo que ofrece resistencia, y como un elemento metalingüístico que nos hace reflexionar en torno a la inercia del crítico que sigue analizando las películas como textos literarios, y casi quejándose, junto con Maximo Gorki del mundo de sombras, sin color, sin voz, que hacía aparecer a las primeras películas silentes como algo monstruoso que nacía muerto. El hombre, poco a poco, ha ido dotando a esta nueva forma de representación de todo aquello que echaba de menos el escritor ruso, una de cuyas novelas fue llevada al cine por Vsevolod Pudovkin en 1926, 'La madre', una evolución de lo que Noël Burch ha llamado el 'mito de Frankenstein'; Leo no habla en toda la película, porque ha quedado mudo a causa de un accidente, pero ni falta que hace: actúa. El espectador entiende lo que piensa, lo que hace y cuáles son sus intenciones del mismo modo que si hablara; sólo al final es capaz de usar su garganta para emitir sonidos, pero este hecho no cambia las cosas. Una reflexión que no es nada baladí.

Pienso que no es justo, otra vez, el tratamiento que se ha dado al joven director, del que siempre se ha dicho que es menos listo de lo que se cree. Quizá su problema resida en hacer algo que los demás no hacen.


* Wikipedia

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