Copenhague Cowboy. Creador: Nicolas Winding Refn. (Miniserie TV) .Ficha de identificación y crítica
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NICOLAS WINDING REFN SE SUMA A LAS SERIES Y A LA PLATAFORMA DE NETFLIX
Ficha de identificación:
Título original: Copenhaguen Cowboy
País: Dinamarca
Año: 2023
Temporada 1; episodios 6; duración 55 minutos
Género: Thriller
Creador y director: Nicolas Wending Refn
Guion: Nicolas Wending Refn, Sarah Isabella Jonsson Wedden. Johanne Algren, Mona Masri
Casting: Pernile Lembecke, Astrid Faarup
Dirección de fotogrfía: Magnus Nordenhof Jonck
Música: Peter Kyed, Clif fMartínez, Peter Peter, Julian Winding
Diseño de vestuario: Jane Whottaker
Diseño de maquillaje: Louise Bruun
Peluquería: Randi Brandel
Productores: Lene Borglum,
Productores ejecutivos: Liv Corfixen, David Frost, Pete Hanson, Matthew Newman
Diseño de producción: Gitte Malling
Compañías productoras: MWR Film Productions, Space Rocket
Reparto:
Angela Bundalovic: Miu
Andreas Lykke Jorgensen: Nicklas
Li li Zhang: Mor Hulda
Jason Hendil-Forssell: Ying
Hok Kit Cheng: Ying
Shang Preben Madsen: Lai
Emile Xin Tong Han: Ai
Zlatko Buric: Miroslav
Fleur Frilund: Jessica
Valentina Dejanovic: Cimona
Maria Erwolter: Beate
Ramadan Huseini: Andre
Ayhan Taskiran: Sokol
Lei Ba
SINOPSIS:
LO QUE SE DICE:
CRÍTICA:
Si algo mantiene atento al espectador mirando la pantalla de su televisor es la curiosidad, no es el ritmo, ni la acción de los superhéroes y karatecas, ni la tensión del thriller, ni la fascinación del cuento de hadas, ( no sé si Nando Salvá se refiere a las brujas ). Es una sensación parecida a la que provocan las películas de David Lynch, incluso hay imágenes que nos sitúan en el trayecto de 'Carretera perdida' o en el espacio de Inland Empire. Ni tan siquiera sabemos dónde estamos en principio porque la lógica es diferente a los tópicos cinematográficos usuales ¿en un burdel? ¿En una agencia de modelos con una oscura trastienda? Tardamos en entender quién es y cuáles son las facultades de la inexpresiva Miu que la hacen especial en el sentido de mejorar la suerte allí donde va.
La primera impresión es que el film es más que multigenérico, multireferencial. Incluso la iluminación nos lleva al Shangai de Wong Kar-wai y la iluminación nocturna intensa de My Blueberry Nights (2007), que el danés experimentó en su cine y en especial en películas como Drive (2011), y que llevó a cualquier espacio, tanto exterior como interior, en The Neon Demon (2016). Copenhaguen Cowboy sitúa la acción en un entorno más modesto, en el que es la luz que emanan lámparas de mampara roja durante la noche, que contrastan con el azul intenso que proyecta la luna en los exteriores, crea un clima a veces irrespirable. Hay incluso imágenes 'escatológicas' y en cierta medida muy iconoclastas como el primer plano de una mujer del burdel con una aureola como las que identifican a los santos, un efecto de un reflejo en un espejo.
Durante el día esta atmósfera agobiante y espesa se relaja y da paso a habitaciones modestas, en las que grupos de mujeres encerradas y sin posibilidad de usar un teléfono, lo que da idea de su situación real, impiden el tránsito libre de Minu, a la que se señala como dotada de poderes sobrenaturales, que finalmente veremos que no son tales; la que trae buena suerte da pie al director para dotar de un extraño significado a sus encuadres, un cine de montaje que se impone a la edición como sujeto de la enunciación, creadora de significado, y da paso a unos interiores desleídos, fríos, como los que plasmó en sus cuadros Edward Hopper, pintor expresionista abstracto estadounidense que supo captar en sus pinturas la soledad en la vida estadounidense contemporánea, algo que aspira a representar el cineasta danés en el interior de unos modestos edificios llenos de gente a la que la falta de esperanza que se ha transformado en resignación y ha convertido a sus ocupantes en hombres y mujeres cínicos que no confían en nadie. La secuencia en la que Miu deja su teléfono a una chica es muy significativa y nos ubica , casi desde el primer momento, en el contexto adecuado.
En la calle y por la noche se impone la luz de neón, un cambio de iluminación importante, lleno de significado; unas calles en las que merodean los asesinos en serie, los vampiros de la actualidad que sueñan con los 'jardines de la tortura'. El film adopta la forma de Travel Movie, (es difícil distinguir entre Trip Movie, Road Movie o Journey Movie, aunque en la película los personajes se trasladan generalmente a pie), un género que nos ayuda a entender el discurso que pronuncia un noble chupa-sangre en una animada conversación de orientación lacaniana con su mujer y su hijo en una de las salas de su ostentoso castillo, filmada en una toma circular, que da vueltas sin solución de continuidad y no deja lugar a dudas de lo que se intenta transmitir. El progenitor, un hombre muy viajado, cuenta a su orgullosa familia el resultado de tanta cultura; ha sentido como una epifanía el orgullo de poder enseñar a su hijo varón, que si bien el vínculo entre una madre y su hijo es el mayor, ha descubierto que él tiene un arma mayor, su poya. Este es el término, más vulgar, elegido para pene en la traducción de la serie, pero sea cual sea el que prefiramos, está haciendo una referencia clara a esa sociedad falocéntrica de que hablamos. Nicholas Winding Refn, con su giro final, quizá esté comulgando con las teorías de Teresa de Lauretis, que enfrenta el concepto mujer a las mujeres reales (mujer versus mujeres).
Muy interesante el valor simbólico de las tijeras que las mujeres, incluida la protagonista, usan como arma, un instrumento que está enviando señales al espectador de una dualidad existente en la sociedad (las tijeras tienen dos filos cortantes, que se cierran sobre su objetivo, pero además son un instrumento que ha usado con frecuencia la mujer, como vemos en el film, con finalidades bien diferentes (hay tijeras para coser, para guisar, para arreglar un jardín...). En 'Copenhague Cowboy' se usan con frecuencia para fines bien diferentes. En definitiva , Nicholas Wending Refn ha logrado, como a su manera ha hecho Jordan Peele, hacer un film sobre un tema de tanta actualidad como el COVID, centrarlo, analizarlo sin parecer que tome partido, hasta llegar al giro final. Muy interesante, y muy atractivo, a pesar de que no es la acción lo que prima en todo momento, sino que deja espacio al trabajo de su equipo de fotografía con un cuidado extravagante e intenso del color, música no precisamente tranquila, y trabajo de los actores relevante, especialmente de Angela Bundalovic.
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